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INTRODUCCIÓN

 

DIVINA VOLUNTAD

Agosto 3, 1931 Vol. 29

 

   “Hija mía, la creación del hombre fue el centro donde nuestra Divinidad concentraba todos los bienes que debían surgir en la criatura, poníamos en ella Vida Divina y Voluntad Divina, vida humana y voluntad humana; la vida humana debía servirnos de habitación, y las dos Voluntades fundidas juntas debían hacer vida en común, con sumo acuerdo, más bien la voluntad humana debía tomar de la nuestra para formar sus actos, y la nuestra debía estar en acto continuo de dar de lo suyo para hacer que la voluntad humana quedase modelada y toda uniformada en la Divina Voluntad.  Ahora, no hay vida, tanto humana, espiritual y Divina, que no tenga necesidad de alimento para crecer, para fortalecerse, embellecerse y felicitarse.  Nosotros poníamos nuestra Vida Divina en el hombre porque era incapaz de recibir toda la plenitud de nuestro Ser Divino, pusimos en él cuanto podía contener de nuestra Vida, dándole libertad de hacerla crecer cuanto más pudiera y quisiera, pero nuestra Vida en el hombre, para crecer, tenía necesidad de alimento, he aquí la necesidad de poner en él una Voluntad Divina, nuestra Vida Divina no se habría adaptado a alimentos de voluntad humana.”

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Catecismo de la Iglesia Católica

 

    475.  «Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación.  La voluntad humana de Cristo sigue a su Voluntad Divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario estando subordinada a esta Voluntad Omnipotente» 

 

INTRODUCCIÓN

 "Sed  perfectos como nuestro Padre Celestial es perfecto” (Mt 5,48)

 Jesús nos dice el cómo...

“Yo en ellos y Tú en Mí, para que sean perfectamente uno con nosotros” (Jn 17,23)

Él en nosotros para ser uno (unidad) en Ellos

¿El cómo llegar a esto? Jesús se define;

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre, sino por Mí.”  (Jn 14,6)

¿Qué hace falta?

Tener fe, tenemos que creer en Él 

“En verdad os digo, quien cree en Mí, hará él también las obras que

Yo hago, y aún mayores.”  (Jn 14,12)

Tenemos entre nuestras manos el privilegio de vivir de cielo, la plenitud de la vida 

 

"Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10) 

 

 

Entonces para que esperar ir al Cielo, si el cielo lo podemos vivir aquí en la tierra, 

este gran don que se le otorgó a Adán y lo rechazó, y que por siglos Dios nos ha encaminado para regresar a nuestro puesto.

 

La finalidad para la que fuimos creados

 "Vivir con Vida Divina"

Catecismo de la Iglesia Católica

 

 

    460.  El Verbo se encarnó para hacernos partícipes de la “Naturaleza Divina” (2P 1,4); "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre, al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (S. Irineo).  "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos dios" (S. Atanasio).  El Hijo unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su Divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres.” (Sto. Tomás de Aquino)

 

  521. Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros.  El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre (GS 22,2).  Estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar en cuanto miembros de su Cuerpo en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como modelo nuestro:

 

     Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y misterios de Jesús, y pedirle que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia.  Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia por las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos misterios.  Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros.  

 

 

   1701. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación (GS 22, 1). En Cristo, imagen del Dios invisible (Col 1,15; cf 2 Co 4, 4), el hombre ha sido creado a imagen y semejanza del Creador. En Cristo, redentor y salvador, la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios.

 

El verdadero camino que conduce a la santidad y por consiguiente a Dios, no puede ser trazado sino por el mismo Dios, por su Divina Voluntad.

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